domingo, 31 de julio de 2011

En el Restaurante




Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos,
y las revelaste a los niños.

Mateo 11:25.

Si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
1 Pedro 2:3.


Sentado a la mesa en un restaurante, un palabrero se esforzaba por demostrar científicamente que la Biblia no es más que una colección de leyendas. En la mesa vecina otro cliente lo escuchaba, mientras terminaba de comerse una naranja. Entonces lo interpeló: –Dígame, ¿Estaba rica la naranja que me acabo de comer?

       –¿Cómo puedo saberlo?, contestó el interpelado, ¡Usted fue quien se la comió, no yo!

       –Pues bien, esto es justamente lo que le reprocho, repuso el creyente. Usted habla de cosas que no ha gustado personalmente.

       Se puede analizar científicamente la composición del aire, pero este conocimiento no oxigenará nuestros pulmones ni nos hará vivir. El examen del contenido de un vaso de agua no nos refrescará. De igual manera, el conocimiento intelectual de las verdades cristianas no hará creyente a nadie. Así como es necesario comer la naranja para saber si está buena, respirar el aire para vivir y tomar el vaso de agua para quitar la sed, se debe creer la Palabra de Dios para recibir lo que ella da: la vida eterna.

       Dios nos dio una inteligencia para comprender la verdad divina, pero ante todo, desea que ésta penetre en nuestra conciencia y en nuestro corazón. ¿Por qué no creer sencillamente las declaraciones de la Palabra de Dios? El amor de Dios no se explica, se experimenta. Los que han aceptado a Jesús como Salvador lo saben.

jueves, 28 de julio de 2011

Un Proverbio




Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,
y su amor para con los hombres, nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia.

Tito 3:4-5.


«A Dios rogando y con el mazo dando». Este proverbio significa que Dios, o para algunos la suerte, ayudaría a aquellos que hacen esfuerzos por sí mismos para alcanzar un objetivo. Es citado para motivar a la gente para que no se deje desanimar por las dificultades y alcance lo que se propuso, pues el cielo está para asistir a esas personas luchadoras a que alcancen el éxito en sus diferentes proyectos.

       Sin embargo, este proverbio no puede ser aplicado a la salvación que Dios ofrece. En este asunto Él no espera que el hombre haga un esfuerzo antes de auxiliarlo. Él sabe que en el plano espiritual cada ser humano está muerto en sus “delitos y pecados” (Efesios 2:1); es incapaz de hacer algo para ganar su salvación. Además la salvación es demasiado valiosa para que el hombre la pueda comprar a Dios. Por eso Dios hizo todo: dio a su Hijo. Éste, justo antes de morir en la cruz donde estaba clavado, exclamó: “Consumado es” (Juan 19:30). Si el Hijo de Dios declaró que todo estaba cumplido era porque no quedaba nada más por hacer.

       Amigo lector, acepte sencillamente la victoria obtenida por Jesucristo; no confíe en sus obras o sus capacidades; ampárese en lo que Dios hizo al resolver definitivamente en la cruz el problema de sus pecados. Cada creyente puede reconocer que no halló a Dios por sí mismo, sino que fue el Señor quien lo buscó y lo halló. Dios también busca al lector. ¡No le resista!

evangelismo en huelva una vez mas

martes, 26 de julio de 2011

Oraciones Sin Respuesta



El Señor… no me escuchó; y me dijo:
Basta, no me hables más de este asunto.
Deuteronomio 3:26.

Me fue dado un aguijón en mi carne… Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

2 Corintios 12:7-9.
 En la vida del creyente hay circunstancias en que Dios da una respuesta contraria a lo que fue pedido. Tenemos por lo menos dos ejemplos de ello en la Escritura.

       Moisés, ese patriarca a través del cual Dios efectuó la liberación de su pueblo de la esclavitud de Egipto, suplicó a Dios que le permitiera entrar en el país de la promesa. En su soberanía Dios le negó el profundo deseo de su corazón (Deuteronomio 3:23-27). El apóstol Pablo, convertido por la intervención directa del Señor y escogido por él para evangelizar las naciones (Hechos 9:15), deseó ardientemente ser liberado de “un aguijón” en su carne (sin duda una enfermedad física) que lo atormentaba sin tregua (2 Corintios 12:7-10). Pese a sus repetidas súplicas, el Señor no lo curó.

       ¿Debemos pensar que estos dos hombres no agradaban a Dios? Muy al contrario: el Señor hablaba con Moisés “como habla cualquiera a su compañero” (Éxodo 33:11). Y Pablo tuvo el privilegio de ser “arrebatado hasta el tercer cielo” para oír “palabras inefables” (2 Corintios 12:2-4). Si Dios no les dio lo que pidieron fue porque tenía en vista algo mejor para ellos.

       La sabiduría de nuestro Dios nos supera, y él sabe mejor que nosotros lo que nos es provechoso. No dudemos de él, no nos desanimemos; al contrario, confiemos en aquel que “a la postre” siempre quiere hacernos bien (Deuteronomio 8:16).

Volvimos a Gibraleon con el Evangelio , gracias a Dios por todo y yo muy especialmente me alegró el ver a muchos hermanos en "especial "jovenes

lunes, 25 de julio de 2011

Perdonar lo Imperdonable




Sed benignos… perdonándoos unos a otros,
como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Efesios 4:32.

De la manera que Cristo os perdonó,
así también hacedlo vosotros.

Colosenses 3:13.

 Sucedió en Grenoble (Francia), en un barrio pobre. Como empleado de un servicio social, yo llevaba las comidas a personas ancianas. Cierto día mi lista incluyó un nuevo nombre: Lucía F. La primera persona a quien hablé de ella me miró sorprendida y exclamó: Ah, ¡pues es la santa! Otra me lo confirmó y precisó: –Ella perdonó a su yerno.

       Por fin llegué a la casa de la señora Lucía. Hallé una señora digna y reservada, un poco tímida, con una sonrisa bondadosa. Intercambiamos unas palabras pero me volví sin saber nada más. Pero como tenía que volver cada día, poco a poco nos fuimos tomando confianza. Finalmente ella me habló del drama de su vida: ¡su yerno fue culpable del asesinato de su hija! Sin embargo ella lo perdonó, primero en su corazón y luego públicamente ante el tribunal. Pidió gracia para él. Esto se supo y en el barrio le dieron el apodo de «la santa».

       ¿Dónde había hallado la fuerza para perdonar? Se necesitaron varios meses de contacto diario para esclarecer el misterio. En una oportunidad, en Año Nuevo, le di un calendario bíblico. Entonces ella me explicó con emoción que era cristiana. Hacía años que leía la Biblia, pero como si estuviese aún prohibido, la leía a escondidas, de noche, con una pequeña lámpara. Este era, pues, su secreto: conocía a Jesucristo, quien dio su vida por ella y a través de quien Dios la perdonó y le dio la fuerza para perdonar lo que parecía imperdonable

Comprender al Pobre



Una pequeña ciudad… y viene contra ella un gran rey…
y se halla en ella un hombre pobre, sabio,
el cual libra a la ciudad con su sabiduría.
Eclesiastés 9:14-15.

Bienaventurado el que piensa en el pobre
(según otra versión: el que comprende).
Salmo 41:1.
   Como una parábola, la historia del hombre pobre y sabio nos hace pensar en Jesús, quien por amor a nosotros se hizo pobre, siendo rico, para que con su pobreza nosotros fuésemos enriquecidos (2 Corintios 8:9). Él vino a este mundo para traer “buenas nuevas a los pobres… libertad a los cautivos” (Lucas 4:18). Los seres humanos son prisioneros de Satanás y deben ser liberados por Cristo. El hombre esclavo necesita ser rescatado, y Jesucristo pagó un inmenso rescate, al precio de su vida.

       Comprender al pobre es primeramente discernir que Jesucristo es el gran Liberador, quien dejó la gloria del cielo y vino a este mundo a vivir en la pobreza para liberar a los que eran prisioneros del poder del pecado.

       Comprender al pobre es recordar lo que Jesús hizo en la cruz. El hombre pobre y sabio también fue el “varón de dolores” (Isaías 53:3). Él se ofreció para abolir el pecado mediante su sacrificio.

       Comprender al pobre es saber que Jesús triunfó mediante su muerte y destruyó al que tenía el imperio sobre la muerte, es decir, al diablo (Hebreos 2:14-15). Su resurrección atestigua su victoria; es la base de nuestra fe. “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).

domingo, 24 de julio de 2011

El Deporte Bueno y el Deporte Malo



Ejercítate para la piedad;
porque el ejercicio corporal para poco es provechoso,
pero la piedad para todo aprovecha,
pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera…
por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios,
porque esperamos en el Dios viviente,
que es el Salvador de todos los hombres,
mayormente de los que creen.
1 Timoteo 4:7-10.
  ¿Cuál es el origen de la palabra «deporte»? Apareció en el siglo XV en Inglaterra y viene del verbo latino «disportare» (divertir). En el sentido inicial significa «distracción», «diversión», o sencillamente «pasatiempo». Su significado original es bastante amplio y vuelve a hallarse hoy día en expresiones como «deporte cerebral». Los ejercicios físicos deberían ser un pasatiempo sano que haga contrapeso con un modo de vida frecuentemente sedentario. Practicar deporte de manera equilibrada puede contribuir al bienestar. ¿No es esto lo importante, más allá de la búsqueda de los «records»?

       “El ejercicio corporal para poco es provechoso”, nos dice el apóstol Pablo; es, pues, útil, pero es secundario en relación con lo que se puede llamar el ejercicio espiritual, a saber, cultivar una relación con Dios. La piedad “para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”. Nos es indispensable para guiarnos en la tierra y condiciona nuestra vida futura en el más allá.

       A veces el apóstol Pablo compara la vida cristiana al entrenamiento de un deportista. En efecto, la piedad requiere un esfuerzo constante para rechazar lo fútil. “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).

viernes, 22 de julio de 2011

EN LA PALMA...ANTONIO Y JOSE FABULOSO PARA LA GLORIA DE DIOS

POR FIN ESTUVIMOS EN LA PALMA DEL CDO Y....RAMON DIO TESTIMONIO

La Sombra Bienhechora





El que habita al abrigo del Altísimo
morará bajo la sombra del Omnipotente.

Salmos 17:8 y 91:1.

Fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al me­nesteroso en su aflicción,
refugio contra el turbión, sombra contra el calor.

Isaías 25:4.

 “El siervo suspira por la sombra”, dice la Biblia (Job 7:2). El obrero que trabaja bajo el calor abrumador de los meses de verano aprecia un rincón de sombra para descansar y hallar un poco de frescor.

       Antes de llegar a ser rey, David, rechazado y perseguido en el desierto de Judá, comprueba la hostilidad del lugar: “Tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63:1). ¿Buscó un alivio físico, por más que le apeteciese? No, era su alma la que tenía sed; él buscaba un refugio moral, y lo halló en Dios, a quien dijo: “Has sido mi socorro y así en la sombra de tus alas me regocijaré” (v. 7); en este refugio pudo apreciar la bondad de Dios. En las dificultades y las pruebas de la vida es necesario que busquemos esta sombra para hallar el reposo y el refrigerio para nuestra alma.

       El profeta Isaías escribe: “Será aquel varón como escondedero contra el viento… como sombra de gran peñasco en tierra calurosa” (Isaías 32:2). Estas palabras del profeta nos presentan al Hijo de Dios, quien vino a la tierra para participar de nuestra condición. Él pasó por el cansancio, el hambre, la sed y los sufrimientos, por lo tanto puede comprender perfectamente nuestras necesidades; y como es Dios, puede satisfacerlas.

martes, 19 de julio de 2011

Lo que Da el Derecho de Hablar




No estamos haciendo bien.
Hoy es día de buena nueva, y nosotros callamos.
2 Reyes 7:9.

Te encarezco… que prediques la palabra;
que instes a tiempo y fuera de tiempo…
exhorta con toda paciencia.

2 Timoteo 4:1-2.
Imaginemos un suceso: De un techo se escapa un pequeño humo que, cada minuto, se vuelve más espeso e inquietante. Los transeúntes se detienen, perplejos. De repente un hombre sale del grupo, se abalanza hacia la casa, abre la puerta de entrada y grita: «¿Hay alguien en la casa?» No hay respuesta. Sin embargo, él oye el sonido de la televisión. Entonces va de habitación en habitación. En el primer piso halla tres niños sentados ante la pantalla, apasionados por una película. Desconecta la tele, se lleva a los chicos afuera y da la voz de alerta.

       Este relato plantea un problema: ¿Quién le da el derecho a ese hombre de entrar en una casa desconocida? El hecho de saber que dentro de algunos minutos todo podría ser reducido a cenizas y que vidas humanas están en peligro.

       Creyentes, a menudo tenemos muchos escrúpulos para testificar de nuestra fe a los que nos rodean. Consideramos que se debe ser cortés, reservado, amable al punto de no decir nada. Olvidamos que a nuestro alrededor hay personas que están en peligro respecto a su porvenir eterno, y que el juicio de Dios va a caer sobre este mundo, el cual será destruido. Tenemos un mensaje muy importante y urgente que darles: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo” (Hechos 16:31). Esto nos da el derecho de hablar del Señor a las personas, aunque se molesten por ello.

lunes, 18 de julio de 2011

“He aquí el Cordero de Dios”



El siguiente día vio Juan (El Bautista) a Jesús que venía a él,
y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Juan 1:29.

 En esta expresión con que Juan el Bautista designó a Jesús hay como el anuncio de todos los sufrimientos que tendría que padecer el Señor. Porque el pensamiento sobre el cordero está ligado al sufrimiento. Así, cuando Isaías profetiza acerca del siervo de Dios, lo describe como un siervo sumiso y doliente, como un cordero llevado al matadero (Isaías 53:7-8). El título de Cordero de Dios también evoca la muerte del Señor Jesús. Él es aquel cordero pascual, cuya sangre protege del juicio, como fue anunciado de manera velada en Éxodo 12.

       Porque Jesús, el Cordero de Dios, se ofreció a sí mismo para cumplir la voluntad de Dios; llegó a ser el Salvador de una multitud de creyentes de toda lengua y nación. Sin su muerte como sacrificio expiatorio no habría ninguna esperanza de salvación para nosotros.

       Pero también, por ser el Cordero de Dios, Jesús es el Señor de la Historia, el único digno de abrir el libro de las revelaciones de Dios referentes a la tierra (Apocalipsis 5:5-7), para juzgar con justicia al mundo (Hechos 17:31) y establecer un reino de paz universal. Pronto todos los resultados de su muerte se verán en el cielo y aun en la tierra (2 Pedro 3).

       En cuanto a los creyentes, desde ahora tienen la garantía de la victoria final del Cordero de Dios, el Cordero vencedor, “el Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16). “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre… a él sea la gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén” (Apocalipsis 1:5-6).

domingo, 17 de julio de 2011

SEGUIMOS EN LA CALLE

DE NUEVO ESTA SEMANA ESTAREMOS EN LA CALLE . EL MIERCOLES LA CITA ES EN LA PLAZA LAS MONJAS EN HUELVA , A LAS 8/30 DE LA TARDE. EL JUEVES SI DIOS QUIERE ESTAREMOS EN LA PALMA EN LA PLAZA ESPAÑA A LAS 8/30. EL RETO ES GRANDE PERO LA BENDICION DE DIOS ES MAYOR, OBEDECEMOS SU MANDATO Y TENEMOS LA PROMESA DE QUE NO ESTREMOS SOLOS, EL Y SU ESPIRITU SANTO IRAN CON NOSOTROS, VEN , APOYA,PARTICIPA Y DA TESTIMONIO DE LO QUE CRISTO HA HECHO POR TI, DIOS TE BENDIGA EN LA OBEDIENCIA,

La Gloriosa Aparición del Señor Jesús




Los discípulos dijeron: Dinos, ¿Cuándo serán estas cosas,
y qué señal habrá de tu venida?

Mateo 24:3.

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá,
y los que le traspasaron… Sí, amén.

Apocalipsis 1:7.

      El período de los juicios descritos en el Apocalipsis estará marcado por una gran batalla final llamada “Armagedón” (Apocalipsis 16:16). Entonces el Señor Jesús, acompañado por los salvados glorificados, aparecerá en las nubes del cielo “con gran poder y gloria” (Marcos 13:26). Será la liberación muy esperada y la gran reunión de los fieles dispersados por la tierra (v. 27). Al mismo tiempo tendrá lugar la resurrección de todos los mártires de este terrible período de la tribulación (Apocalipsis 20:4). Su aparición será el glorioso día anunciado por la mayoría de los profetas del Antiguo Testamento y en varios salmos de triunfo (léase Isaías 12, por ejemplo).

       ¡El mundo quedará estupefacto cuando vea a Jesucristo en su esplendor real, él, cuya historia humana empezó en un pesebre y terminó en una cruz! Hasta ahora descrito como varón de dolores y humillado, entonces aparecerá radiante de gloria. “Así asombrará él a muchas naciones… verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído” (Isaías 52:15).

       Los discípulos quisieron saber la fecha de esos acontecimientos, pero Jesús no se la dijo, como tampoco nos reveló el momento de su retorno para arrebatar a su Iglesia, hecho que tendrá lugar en tiempos de la tribulación. No delimitó el tiempo de su gracia ofrecida a todos los seres humanos. Tampoco precisó el de su gloria. ¡Esperémoslo, pues, cada día!

jueves, 14 de julio de 2011

Un Dios que Perdona



No quisieron oír,
ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos…
Pero tú eres Dios que perdonas, clemente y piadoso,
tardo para la ira, y grande en misericordia.

Nehemías 9:17.



        Cierta vez un joven le reprochó a un creyente anciano y experimentado: –¿Por qué considera usted el cristianismo como la verdad absoluta? Creo que a Dios no le importa que los que le honren sean musulmanes, budistas o cristianos.

       El cristiano le repuso: –El profeta Miqueas respondió a su pregunta hace unos 3.000 años: “¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad?… echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:18-19). Sepa, joven, que sólo en la Palabra de Dios se promete el perdón de los pecados. La Biblia dice que Jesucristo nos amó y nos limpió de nuestros pecados con su sangre. Si usted no necesita que sus pecados sean perdonados, entonces hágase musulmán, budista, o cualquier otra cosa. Por otro lado quisiera aconsejarle… El creyente no terminó su frase, porque repentinamente el joven quiso alejarse lo más pronto posible.

       Nadie debería actuar así y dejar pasar la oportunidad de tomar la buena decisión. No se escape. Empiece a hablar al Señor Jesús en oración; Él lo escuchará. Tráigale todos sus pecados y confiéseselos. Él perdonará su culpa y le otorgará la vida eterna. ¡Cuántas personas pueden decir que han experimentado la misericordia de Dios! “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones” (Lucas 24:46-47).


Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 14:6.

Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús


   En las cercanías de una localidad noruega se puede admirar una cascada de gran caudal que presenta una sorprendente particularidad: un sendero permite acercarse a ella, el cual desaparece a través de la espuma para resurgir del otro lado. Si lo seguimos, descubrimos que pasa debajo de una roca suspendida. Masas de agua rugen sobre nuestras cabezas, mientras caminamos al abrigo, detrás de la cascada. Así podemos pasar al otro lado sin ser arrastrados por las aguas rugientes.

       ¿No es una imagen de la salvación ofrecida por Dios, del camino que permite acudir a él sin ser arrastrado por el juicio?

       En efecto, la Escritura nos muestra que todos hemos pecado contra Dios, contra un Dios justo que debe condenar el pecado. Entendemos que el juicio divino debía alcanzarnos: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

       Pero Dios quiso salvarnos: en la cruz hizo caer sobre su Hijo los raudales del juicio que merecíamos, según lo que está escrito a este respecto: “Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí” (Salmo 42:7). Ahora Dios puede perdonar a todo aquel que acude a él, apoyándose en esta obra cumplida. Para el que cree no hay más condenación. Jesús crucificado es el camino que lleva a Dios.

Evangelismo en Huelva-Alabanza

Estuvimos en Huelva y fue una bendicion, mucha gente escucho el evangelio y los hermanos /nas compartieron su testimonio y el Evangelio de forma personal, volveremos el proximo miercoles, esperamos te apuntes a esta gran bendicion. No pudimos grabar el resto del programa por motivos tecnicos, la proxima vez sera si Dios quiere.

martes, 12 de julio de 2011

Un Libro Especial



De tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16.

 En la feria semanal, cuando no hay clientes, la vendedora se sienta detrás de su puesto de flores y lee su Biblia. Cierto día un cliente, que ya le había comprado flores varias veces, le preguntó: –¿Qué libro lee usted hoy? –Siempre leo el mismo, dijo ella. –¿Y cuál es?, inquirió el hombre. –La Biblia, la Palabra de Dios, respondió ella. –¿Vaya, y quién le dijo que la Biblia es la Palabra de Dios?, quiso saber el comprador. –Él mismo, repuso ella. –Oh, ¿Acaso Dios le ha hablado?, dijo, sorprendido, el hombre.

       Un poco incómoda, la vendedora no supo cómo probarle que la Biblia es la Palabra de Dios y que por medio de ella Dios habla a los seres humanos. Mas mirando al cielo, ella señaló el sol y dijo al cliente: –¿Puede probarme que éste es el sol? – Es muy simple probárselo; la mejor prueba es que nos da luz y calor, contestó el hombre. –Lo mismo sucede con mi libro, repuso la vendedora. El hecho de que me da luz y calor interior es la prueba de que es la Palabra de Dios.

       ¿Tiene usted dudas en cuanto a la Biblia? ¿Considera ese libro sencillamente humano? Entonces sólo puedo recomendar que lo lea una vez sin prejuicio. Empiece por el evangelio de Juan. Usted comprobará que es el libro de Dios y que tiene un mensaje para usted. Esta información no consiste en palabras vacías, sino que le hace conocer a una persona: Jesucristo, el Hijo de Dios. A través de él Dios habló a los seres humanos, y sigue haciéndolo por medio de su Palabra, la Biblia.

lunes, 11 de julio de 2011

EVANGELISMO " CALLEJERO " EN GIBRALEON

Gracias a Dios una vez mas . Estuvimos en Gibraleon y fue una bendicion poder hablar de Jesus a los jovenes de ese pueblo . Este fue el principio de esta nueva etapa donde esperamos en el Señor ver su Gloria manifestada, no solo en los que estamos participando , si no en hombres y mujeres que a lo largo de este verano tomaran decisiones por Jesus.

sábado, 9 de julio de 2011

Socorro en la Angustia



Danos socorro contra el adversario,
porque vana es la ayuda del hombre.
Salmo 108:12.

Alma mía, en Dios solamente reposa,
porque de él es mi esperanza.

Salmo 62:5.

Él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7.

 ¡Cuán difícil es traer consuelo a quienes están abrumados y agobiados por la prueba! No podemos hacerlo por nosotros mismos, pero deseamos dirigirles un mensaje que ninguna simpatía humana puede igualar: ¡Dios los ama!

       Muchas preguntas pueden acosarlos: ¿Por qué estas tristezas? ¿Verdaderamente provienen de un Dios que ama? Dios quiere hacerles sentir, quizá de una manera dolorosa, la fragilidad del ser humano y de todo lo que es de este mundo, pero ante todo desea que ustedes dirijan sus miradas hacia aquel a quien él dio, a Jesucristo, su Hijo unigénito.

       Más allá de las pruebas humanas hay un eterno porvenir de felicidad para aquellos que ponen su confianza en Jesucristo. Al morir en la cruz por nuestros pecados, él cumplió la obra de la redención y la reconciliación con Dios (Romanos 4:25). A todos aquellos que recibieron a Jesús como su Salvador, creyendo en él, Dios les dio el derecho de ser sus hijos (Juan 1:12). El Padre, ¿Cómo no tendría cuidado de cada uno de sus hijos? Aún hoy el Señor les dice: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5). “Estoy con vosotros todos los días” (Mateo 28:20).¡Qué privilegio inestimable atravesar la prueba en compañía de tal persona!

jueves, 7 de julio de 2011

Dos Centuriones en el Evangelio (2 de 2)




El centurión que estaba frente a él (Jesús),
viendo que después de clamar había expirado así,
dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.

Marcos 15:39.


   El segundo centurión que se encuentra en los evangelios es el jefe de los soldados que vigilaban la crucifixión de Jesús y de los dos malhechores.

       Quizá fue él quien dejó a sus soldados burlarse tan cruelmente de Jesús, escupirle y golpearle la cabeza. Sin duda no era la primera vez que participaba en tal ejecución, pero esta vez no ocurrió como de costumbre. Ahí se hallaba un Hombre con una nobleza fuera de lo común: no respondía a las injurias, oraba por sus verdugos, pensaba en su madre, la cual confió a uno de sus discípulos, y alentó a uno de sus compañeros de suplicio.

       Después, en pleno mediodía, el sol se ocultó hasta que aquel que fue crucificado como “el rey de los judíos” exclamó solemnemente: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Luego, mientras el sol volvía a aparecer, dando una gran voz, Jesús expiró, cuando en general los crucificados morían por asfixia y no tenían aliento para expresarse. Finalmente un terremoto sacudió las rocas y aterrorizó a los que presenciaron tal escena.

       Entonces el centurión reconoció ante todos: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios”. Hasta el final los jefes religiosos se endurecieron en su odio contra Jesús y rehusaron reconocer quién era él. En cambio este soldado, a pesar de estar muy alejado de la religión judía, admitió las cosas como eran: sus ojos se abrieron ante la grandeza del Hijo de Dios hecho hombre. ¿Quién es Jesús para usted?

Dos Centuriones en el Evangelio 1ª parte




Respondió el centurión y dijo: Señor,
no soy digno de que entres bajo mi techo;
solamente dí la palabra, y mi criado sanará.

Mateo 8:8.

Por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios.

Efesios 2:8.

No pensaríamos hallar en los evangelios dos de esos capitanes de la legión romana. Acostumbrados a mandar, por lo general eran déspotas, y el papel que desempeñaban en el ejército de ocupación no parecía disponerlos a volverse hacia Jesús, ese judío menospreciado aun por sus compatriotas.

       El primero es el de Capernaum (Mateo 8:5-13). Amaba a uno de sus criados que estaba muy enfermo. El centurión oyó hablar de Jesús, a quien llevaban a los enfermos y él los curaba (Mateo 4:24), pero el centurión no se creía digno de que Jesús entrara en su casa, ni aun de ir él mismo a dirigirle la palabra (Lucas 7:7). Sin embargo, decidió pedirle que sanara a su siervo con una palabra. Esta petición demostraba tal fe en el amor y el poder de Jesús, que éste, lleno de admiración, respondió inmediatamente.

       La forma de actuar de este hombre es un modelo para quien quiere acudir a Dios. Primero es necesario ser conscientes de que no merecemos nada. Nadie tiene derecho alguno que pueda hacer valer ante Dios. Todas nuestras justicias son como ropa sucia ante el Dios santo (Isaías 64:6). No obstante, se puede confiar en él: tiene tanto el deseo de curar como el poder para hacerlo. Él espera a que lo llamemos, como el leproso que acudió a Jesús y le pidió: “Señor, si quieres, puedes limpiarme… Y al instante su lepra desapareció” (Mateo 8:2-3).

miércoles, 6 de julio de 2011

EVANGELISMO " CALLEJERO "

DIOS MEDIANTE ESTAREMOS DE NUEVO EN LAS CALLES DE ESTA NUESTRA " TIERRA " LLEVANDO EL EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO .DIOS NOS ESTA LLAMANDO A SALIR Y TU MI HERMANO/A TIENES ESE PRIVILEGIO DE SER PARTE DE ESTA SIEMBRA/COSECHA, ORA Y PREPARATE PARA ESTE TIEMPO.SALDREMOS VARIOS DIAS SEMANALES Y YA LO HAREMOS SABER( POSIBLEMENTE LA PROXIMA SEMANA )

1Pe 3:15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;

Tres Virtudes Fundamentales y que son la bendicion de las bendiciones





Damos siempre gracias a Dios…
acordándonos sin cesar delante del Dios y
Padre nuestro de la obra de vuestra fe,
del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia
en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.
1 Tesalonicenses 1:2-3.
 La Fe acepta la gracia y el perdón que Dios ofrece, se apoya en la obra cumplida por Jesús en la cruz y se alimenta de la Palabra de Dios para conocer mejor a aquel que nos es revelado en ella, es decir, a Jesucristo. Una fe viva no se manifiesta mediante palabras, sino mediante hechos. Sin las obras que resultan de ella, la fe es muerta (Santiago 2:17, 20).

       La Esperanza es un estimulante para la vida, porque nos hace mirar hacia delante, hacia la meta, hacia Jesús glorificado. Después de su resurrección, Cristo ascendió al cielo y entró en él como nuestro precursor y garante de que somos aceptados ante Dios (Hebreos 6:19-20; 7:22). La esperanza alienta a la fidelidad, sabiendo que todo será puesto a la luz, “y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5).

       El Amor tiene su fuente en Dios Padre; es dado al creyente y mantenido por la acción del Espíritu Santo (Romanos 5:5). La obra de amor de los tesalonicenses se manifestaba en varias esferas que siguen siendo actuales: seguían las pisadas de Jesús y las del apóstol, quien se las había enseñado (1 Tesalonicenses 1:6); habían recibido sus enseñanzas como lo que es “en verdad, la palabra de Dios” (2:13); su conducta agradaba a Dios; su amor fraternal era manifiesto en toda la región (4:9-10). Esto no va más allá de nuestro alcance: vivamos la fe, la esperanza y el amor, tomando a Jesús como modelo.

martes, 5 de julio de 2011

Creer en el Amor de Dios




Jesús… dijo: Dejad a los niños venir a mí…
el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

Marcos 10:14-16.


 Mientras estaba en la sala de espera de un aeropuerto, mi atención fue atraída por una joven pareja y su bebé. Tan pronto como un rostro humano aparecía en su campo de visión, fuera joven o viejo, alegre o melancólico, hombre o mujer, ese niñito le sonreía. Era encantador. Nuestra sala de espera tenía como un escape a la felicidad. Mientras veía sonreír a ese niño cada vez que cruzaba una mirada, yo comprobaba maravillado que así es cómo Dios nos ama. Desea hallar su gozo en nosotros. ¿No es conmovedor?

       Creer en el amor de Dios por nosotros me parece la esencia de la fe cristiana. No es un amor abstracto o indefinido, sino profundamente personal. No es un principio general, sino un fuerte afecto por cada uno de nosotros. A causa del pecado, el amor de Dios estaba oculto para nosotros. Pero nos fue hecho tangible por el don de su Hijo unigénito, quien vino a nuestro mundo lleno de tinieblas morales, de odio y de violencia.

       Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a vivir entre nosotros; se humilló para alcanzarnos. Pero hizo aún más: dio su vida por nosotros. Sí, allí en la cruz del Calvario Dios “no escatimó ni a su propio Hijo” (Romanos 8:32); el Señor Jesús “se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2).

lunes, 4 de julio de 2011

El Pecado Interrumpe ( corta ) la Comunión con Dios, el arrepentimiento la restaura Lucas 15:11-24




Teme al Señor, y apártate del mal.
Proverbios 3:7.

  Luis, hijo mayor de una familia cristiana, en el último curso del bachillerato prestó oído a vendedores de drogas, las consumió y las vendió. Sus padres se dieron cuenta de ello, pero sus consejos fueron vanos. Pronto Luis se halló en la cárcel.

       Este muchacho indigno, ¿Dejó de ser el hijo de su padre a causa de su falta y rebelión? No, al contrario, sus padres esperaban con paciencia, tanto como fuese necesario, el momento en que un intercambio de cartas les permitiese volver a tener contacto con él.

       Este hecho me recuerda que nada puede separarme del amor de Dios, de otra manera la vida que él me dio no sería vida eterna; pero mi comunión con Dios se interrumpe si obro en contra de su voluntad. Será necesaria la intervención de la gracia divina en mi corazón y el despertar de mi conciencia para que yo reconozca mi extravío. Al ser perdonado, volveré a hallar el gozo de la comunión.

       La experiencia de Pedro, el discípulo de Jesús, es significativa. Aunque estaba muy apegado a su Señor, lo negó tres veces (Mateo 26:69-75). Pedro se había alejado de su Maestro, pero éste no lo había abandonado. Jesús resucitado se acercó varias veces a él, y no sólo lo perdonó, sino que después de haberse asegurado de su afecto, le confirmó que él seguía siendo su discípulo y le confió una de las más hermosas misiones: “Apacienta mis corderos”, “pastorea mis ovejas”. Dicho de otro modo: Cuida lo más precioso que tengo en la tierra (Juan 21:15- 16).

domingo, 3 de julio de 2011

¿De Qué Lado Mirar?




Al ver el fuerte viento, (Pedro) tuvo miedo; y comenzando a hundirse,
dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús,
extendiendo la mano, asió de él, y le dijo:
¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Mateo 14:30-31.


   Alguien dijo: «Hay tres maneras de mirar. Si quiere ser desdichado, mírese a usted mismo; si quiere entretenerse, mire a su alrededor; pero si quiere tener la paz, mire hacia arriba».

       Muchos hijos de Dios se privan de todo gozo porque se miran obstinadamente a sí mismos. De esta manera siempre se sentirán miserables y llenos de dudas desde la mañana hasta la noche.

       A Pedro, quien le había pedido que fuera hacia él sobre el mar, Jesús le dijo: “Ven”. Pero Pedro no tardó en mirar hacia otro lado. Vio las olas levantadas por el viento y enseguida empezó a hundirse. El Maestro le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” La palabra del divino Maestro le aseguraba un apoyo inquebrantable, pero Pedro apartó su mirada de Jesús y comenzó a hundirse. Es necesario que mantengamos los ojos fijos en él.

       El agricultor no puede hacer un surco derecho en su campo y un caminante tampoco puede hacer un rastro derecho sobre una alfombra de nieve si no miran fijamente a un árbol u otro objeto lejano delante de ellos.

       Sólo tenemos paz cuando fijamos los ojos en Jesús. El día de su ascensión el Señor Jesús fue llevado arriba, al cielo. Con esta visión los discípulos se volvieron muy gozosos (Lucas 24:50-52).