viernes, 22 de julio de 2011
La Sombra Bienhechora
El que habita al abrigo del Altísimo
morará bajo la sombra del Omnipotente.
Salmos 17:8 y 91:1.
Fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción,
refugio contra el turbión, sombra contra el calor.
Isaías 25:4.
“El siervo suspira por la sombra”, dice la Biblia (Job 7:2). El obrero que trabaja bajo el calor abrumador de los meses de verano aprecia un rincón de sombra para descansar y hallar un poco de frescor.
Antes de llegar a ser rey, David, rechazado y perseguido en el desierto de Judá, comprueba la hostilidad del lugar: “Tierra seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63:1). ¿Buscó un alivio físico, por más que le apeteciese? No, era su alma la que tenía sed; él buscaba un refugio moral, y lo halló en Dios, a quien dijo: “Has sido mi socorro y así en la sombra de tus alas me regocijaré” (v. 7); en este refugio pudo apreciar la bondad de Dios. En las dificultades y las pruebas de la vida es necesario que busquemos esta sombra para hallar el reposo y el refrigerio para nuestra alma.
El profeta Isaías escribe: “Será aquel varón como escondedero contra el viento… como sombra de gran peñasco en tierra calurosa” (Isaías 32:2). Estas palabras del profeta nos presentan al Hijo de Dios, quien vino a la tierra para participar de nuestra condición. Él pasó por el cansancio, el hambre, la sed y los sufrimientos, por lo tanto puede comprender perfectamente nuestras necesidades; y como es Dios, puede satisfacerlas.
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PAN DIARIO
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