domingo, 24 de julio de 2011

El Deporte Bueno y el Deporte Malo



Ejercítate para la piedad;
porque el ejercicio corporal para poco es provechoso,
pero la piedad para todo aprovecha,
pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera…
por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios,
porque esperamos en el Dios viviente,
que es el Salvador de todos los hombres,
mayormente de los que creen.
1 Timoteo 4:7-10.
  ¿Cuál es el origen de la palabra «deporte»? Apareció en el siglo XV en Inglaterra y viene del verbo latino «disportare» (divertir). En el sentido inicial significa «distracción», «diversión», o sencillamente «pasatiempo». Su significado original es bastante amplio y vuelve a hallarse hoy día en expresiones como «deporte cerebral». Los ejercicios físicos deberían ser un pasatiempo sano que haga contrapeso con un modo de vida frecuentemente sedentario. Practicar deporte de manera equilibrada puede contribuir al bienestar. ¿No es esto lo importante, más allá de la búsqueda de los «records»?

       “El ejercicio corporal para poco es provechoso”, nos dice el apóstol Pablo; es, pues, útil, pero es secundario en relación con lo que se puede llamar el ejercicio espiritual, a saber, cultivar una relación con Dios. La piedad “para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”. Nos es indispensable para guiarnos en la tierra y condiciona nuestra vida futura en el más allá.

       A veces el apóstol Pablo compara la vida cristiana al entrenamiento de un deportista. En efecto, la piedad requiere un esfuerzo constante para rechazar lo fútil. “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14).

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