jueves, 6 de octubre de 2011
La Biblia: ¿Cómo Leerla y Estudiarla? (1-3)
Ocúpate en la lectura (de la Palabra de Dios), la exhortación y la enseñanza… Ocúpate en estas cosas. – 1 Timoteo 4:13, 15.
• ¿Entiendes lo que lees?… ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? – Hechos 8:30-31.
Según un sondeo hecho en Francia, el 71% de las personas interrogadas afirmó que entre los personajes más célebres, Jesucristo es aquel cuyos pensamientos mejor conocen. Pero sólo el 23% de esas mismas personas declararon haber leído la Biblia. Entonces uno puede preguntarse de dónde sacan sus conocimientos acerca de Jesucristo. Quizá de una película sobre la vida de Jesús, la que sólo es una interpretación de su vida y de su enseñanza.
En efecto, no podemos tener un conocimiento justo y preciso de Jesucristo sin haber leído la Escritura. No se obtiene la fe cristiana sólo por lo que otros dicen sobre Jesucristo, sino que la fe viene por “el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Ni la educación cristiana ni los libros de historia son suficientes para fundamentar nuestra fe.
A veces se oye decir: –Traté de leer la Biblia, pero fui desalentado por las dificultades. Es posible, pero seamos sinceros: –¿Puede usted, después de haber leído un libro de matemáticas, pretender haber asimilado su contenido? No, todos los estudiantes le dirán que no basta leerlo, sino que se debe estudiarlo, hacer ejercicios y a menudo dejarse ayudar.
Así ocurre con la Biblia, que es a la vez sencilla y difícil de entender. Para aquel que la lee con confianza, le habla a su corazón y a su conciencia. Pero el que quiere juzgarla no conseguirá entender su sentido profundo. Es, pues, necesario leerla con humildad, fe y oración.
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La Biblia: ¿Dónde está la Verdad?
• Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. – 1 Corintios 2:2.
• (Testificando)… acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo. – Hechos 20:21.
Muchas personas leen la Biblia pero no todos la interpretan de la misma forma. ¿A quién se debe creer? Es una pregunta muy legítima. No equivocarse acerca del mensaje de la Palabra de Dios es primordial. He aquí algunas sugerencias sencillas para no ser engañado:
–El agua de un río es más pura cerca de la fuente que kilómetros más abajo. Asimismo, el mensaje de la Escritura puede ser deformado por todas las interpretaciones que se le dan. De ahí la necesidad de leer la Biblia misma y no aceptar interpretaciones sin buscar primeramente en la fuente.
–Además, Jesucristo dijo que Dios se reveló a los niños. Cada uno puede, pues, hacer un examen muy sencillo: lo que pretenden explicarme de la Biblia, ¿Lo puede comprender un niño o es un mensaje complicado, simbólico, reservado a los expertos?
–Ya que la Palabra afirma ser enteramente inspirada por Dios, preguntémonos si lo que nos dicen nos ayuda a comprender lo que leemos o si sólo se apoya en algunas expresiones aisladas de su contexto.
–Finalmente juzguemos, si en todo lo que se nos enseña, se le da a Jesucristo el primer lugar, tal como lo vemos en la Palabra, pues así es como debe ser.
Leámosla, pues sólo ella transforma la vida y la muerte. Sólo ella libera y da la paz, la fuerza, la felicidad y la esperanza.
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