viernes, 21 de octubre de 2011
Decirle sí a Jesús.
• He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. – Apocalipsis 3:20.
• (Jesús le dijo:) Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. – Lucas 19:5-6.
Jesús está siempre vivo y presente, pero nunca viola nuestra libertad. Se queda en la puerta y llama discretamente. No entra si no es invitado. No pregunta si el que le llama es digno de recibirle, sino si realmente desea que entre» (N.S. de Rumania).
Ser cristiano es haber dicho libremente “sí”, el sí de la fe en Jesucristo. Es decir al Señor Jesús: –Entra, Señor. Entonces, permítame una pregunta: ¿Recibió usted al Señor Jesús? Quizá no se atreve a dar ese paso. Esté seguro de que Jesús quiere ayudarle a confiar en él. Sabe muy bien qué es lo que lo retiene: puede ser el temor a equivocarse o a ser rechazado, a perder sus amigos, su libertad, o cualquier otra razón. Pero nadie puede creer en su lugar, nadie puede acompañarle hasta el final de esa decisión por Jesús… salvo él, quien le ofrece su perdón. ¡Reconozca la grandeza de su amor por usted!
Cristianos, este sí inicial es seguido, a lo largo de nuestra vida, por la búsqueda de lo que complace al Señor. Este consentimiento toma su fuerza en la confianza cotidiana y renovada en Jesús. Él nos da la fuerza para comprometernos… y someternos a su autoridad. Porque si nuestra fe es un compromiso de amor, también es una entrega con toda confianza al Señor Jesús. En él, en su fidelidad, hallaremos la fuerza para permanecerle fiel, ¡cada día!
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PAN DIARIO
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