miércoles, 15 de junio de 2011

La Balanza Engañosa




El Señor… ha dispuesto su trono para juicio.
Salmo 9:7.

¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Hebreos 10:31.

Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.

Romanos 8:1.
 
En la tumba de un faraón egipcio se puede ver un fresco que representa la llegada de un difunto ante Osiris, juez de los muertos. El dios tiene en la mano una balanza; uno de sus platillos contiene los méritos del muerto y el otro sus pecados. La suerte del difunto sería decidida según el lado hacia el cual se inclinara la balanza: sería enviado a un hermoso jardín o a un foso inmundo.

       Esta vieja pintura de 3.000 años ilustra de manera impresionante la idea que los egipcios se hacían del juicio posterior a la muerte. Pero la Escritura, revelación del único y verdadero Dios, no presenta las cosas así. El Juez supremo no empleará una balanza, buscando en vano su equilibrio. Para el incrédulo, que será juzgado “según sus obras” (Apocalipsis 19:12), el platillo de los méritos será hallado liviano, porque nada en la vida de los seres humanos puede tener el peso que satisface las exigencias del Dios santo. Todo lo que un hombre sin Dios haga valer, la aguja de la balanza se inclinará irresistiblemente del lado malo.

       Los creyentes no tendrán que pasar por nada de esto, porque el Señor Jesús dijo: “El que en él (el Hijo de Dios) cree, no es condenado” (Juan 3:18).

       Amigo lector, no espere estar ante el Juez para ponerse en regla con él. Aún hoy él quiere ser su Salvador.

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