• La paz de Dios gobierne en vuestros corazones… y sed agradecidos. – Colosenses 3:15.
• En quietud y en confianza será vuestra fortaleza. – Isaías 30:15.
¿Quién no se queja de tener una vida demasiado ajetreada? Con los modernos medios de comunicación y su avalancha de informaciones hay como una especie de estrés generalizado. Y en cuanto a nosotros, creyentes, esa “ansiosa inquietud” (Lucas 12:29) también corre el riesgo de alcanzar nuestra vida espiritual. Nuestra búsqueda del Señor, del verdadero bien y de ayudar al prójimo puede volverse ansiosa en vez de estar marcada por la confianza y la tranquilidad.
Nuestro trabajo para el Señor es más fecundo y fácil cuando hemos aprendido a mantener la paz del Señor en todas las situaciones. Entonces nos volvemos dóciles a la acción del Espíritu Santo, y Dios puede actuar en nosotros más eficazmente que si estamos en tensión.
Dios preparó de antemano buenas obras para nosotros (Efesios 2:10). ¡Dejémonos llenar de la paz del Señor para permitir que obre en nosotros! Así nuestra atenta colaboración será eficaz, pues pondremos todas nuestras capacidades a disposición de Aquel a quien amamos, sin pretender resolver todo por nosotros mismos. ¡Bienaventurado el que permanece tranquilo bajo la mirada de Dios, contando con Su sabiduría y Su poder! (Hebreos 13:20-21).
Imponerse muchas actividades, por buenas que sean, a menudo revela una falta de paz. Descubramos qué actitudes del corazón y qué condiciones espirituales permiten a Dios actuar en nosotros. Sólo entonces podremos llevar frutos perdurables (Juan 15:16).
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