Desde el principio tú fundaste la tierra,
y los cielos son obra de tus manos.
Ellos perecerán, mas tú permanecerás;
y todos ellos como una vestidura se envejecerán;
como un vestido los mudarás, y serán mudados.
Salmo 102:25-26.
«Glaciares que retroceden, una deforestación que va ganando terreno, un recalentamiento climático, un agujero en la capa de ozono que aumenta de tamaño... Somos conscientes de la gravedad de la ecología planetaria, pero a menudo parece que es un tema que se nos escapa… Debemos contribuir a un desarrollo que cubra las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas. Esto recibe el nombre de desarrollo sostenible».
Este extracto de una editorial revela que en todas partes se toma conciencia de que el planeta es frágil y es necesario protegerlo. Entonces se aleja el sueño de tantas generaciones: ver a la ciencia traer la felicidad. En lugar de dar seguridad, ¡el aumento de los conocimientos y sus aplicaciones son una amenaza para la vida! Nuestro planeta se desgasta y se contamina. Al igual que el hombre y las civilizaciones, él pasará.
Desde hace mucho tiempo la Biblia declara que la naturaleza es pasajera y que Dios la cambiará. Todo es efímero y no existe fundamento duradero, a excepción de Dios, que permanece para siempre y su reino es eterno. Asimismo existen valores espirituales que no pasarán.
Cristianos, ¿qué les dejamos a nuestros hijos? Tenemos que confiarles una herencia espiritual, la de la fe en Dios. Él es el dueño del universo y de nuestras vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario