sábado, 28 de septiembre de 2013

ULTIMA HORA

LEER -Mateo 20:1-16  Ultima hora

 No debemos menospreciar el trabajo y si estar dispuestos a trabajar cuando tengamos oportunidad de hacerlo y se nos pagará lo que es justo.
No se acordó ningún precio con los que vinieron a última hora .Cuando ellos fueron avisados estaban desocupados pero no habían perdido la esperanza de trabajar aun a última hora.
Trabajaron una sola hora y recibieron lo mismo que los otros ¿injusticia? ¡No! Los primeros cobraron lo acordado los demás lo que según el padre era justo.
Dios premia nuestra actitud y deseos de obediencia. Es más FACIL servir cuando todo está programado y ya sé lo que cobro y trabajo, que cuando todo me dice que ya no hay esperanza y yo todavía creo en el Dios que provee y me hace justicia esperando hasta última hora donde mi fe es probada. Las necesidades de ese día fueron cubiertas por el Padre bueno que no nos desampara si no que espera que estemos en el lugar correcto a la hora correcta para un trabajo correcto. (Los jornaleros buscaban el trabajo a diario. Su sustento y el de los suyos dependía del trabajo y sueldo diario) Dios se sirve de los que sirven para servir estando siempre con una actitud de servicio.
Buen siervo....en lo poco fuiste fiel.......Dios valorara la intensidad de la ultima hora para El, más que 50 años de cristianismo de reloj. Así pues no menospreciemos el tiempo del llamado de Dios (El Padre) aún cuando sea a ULTIMA HORA, Es decir cuando tu imposibilidad te dice que ya no es tiempo para darle al Señor .La edad, la enfermedad, la apatía e incredulidad pueden ser grandes enemigos de las maravillas de Dios. Dos ejemplos de un hombre y una mujer que aprovecharon bien el tiempo estando siempre donde debían y con la actitud correcta, son ANA Y SIMEON. Dos viejecitos físicos pero espiritualmente muy activos (no es tanto el cómo y dónde hacemos el servicio a nuestro Dios….grandes estadios llenos de oyentes, un pulpito, con todas las necesidades cubiertas etc.… o simplemente siendo un Simeón que vive esperando  al ungido del Señor, O una Ana que pasó su vida sirviendo al Señor con oraciones y ayunos (Lucas 2: 35-38) La “última hora” para esta pareja fue gloriosa y lo puede ser para cada uno de nosotros si aprovechamos bien el tiempo en el Señor , estando donde y como debemos y haciendo lo que tenemos que hacer en el Señor. El Evangelio es ETERNO, pero no tenemos toda la eternidad para predicarlo .Aprovechemos cada “ultima hora” es decir cada oportunidad que se nos brinde en cualquier hora del día para dar testimonio de nuestro Señor.

2Ti 2:2  Lo que has oído de mí ante muchos testigos,  esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.

martes, 10 de septiembre de 2013

AMOR INAGOTABLE

• Él levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.– 1° Samuel 2:8.
• Oh Señor… amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida… – Isaías 38:16-17.
Para una naturaleza egoísta como la nuestra es difícil creer en un amor tan desinteresado como el de Dios. Él creó al hombre a su imagen y lo colocó en un paraíso, pero la criatura se apresuró a desobedecer y a rebelarse contra su Creador. Entonces Dios, durante siglos, trató de tocar el corazón y la conciencia de los hombres. Al final envió a su amado Hijo unigénito a la tierra, en donde fue rechazado y odiado desde el día de su nacimiento. A pesar de los múltiples milagros que muestran la gracia y el amor de Jesucristo, el mundo se unió contra él para entregarlo a la muerte, como un malhechor.
¿Cómo respondió Dios a tanto odio? En virtud de la sangre de Cristo vertida en la cruz, perdonó a todos los que aceptan su gracia y ponen su confianza en Jesús. Hizo de ellos sus hijos y les dio una eternidad de felicidad en su compañía.
No podemos comprender tal amor, porque no tiene medidas humanas, sino una escala divina. Sin embargo se manifestó por nosotros, y repetimos con adoración: “El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Necesitaremos toda la eternidad para “comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura”, y para “conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (Efesios 3:18-19).