jueves, 1 de septiembre de 2011

En el Principio era el Verbo




En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas,
y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Juan 1:1-3.

¿Qué lector de la Biblia no fue sorprendido –y luego maravillado– por las primeras palabras del evangelio según Juan? Es como un himno que celebra al “Verbo”, “la Palabra”. Nos muestra una visión del pasado, tan lejos como el hombre pueda imaginárselo, antes del origen de los tiempos, cuando nada había sido creado aún, cuando sólo existía Dios. Estos versículos nos enseñan que en aquel momento existía el Verbo. Así se proclama su existencia eterna, su lugar y su naturaleza. El Verbo era con Dios, distinguible de Dios, y al mismo tiempo el Verbo era Dios.

       Entonces usted se preguntará: ¿Qué era ese Verbo? Es una persona, nos enseña el texto del evangelio. Y los versículos que siguen nos muestran que esta persona es Jesús. Su nombre, el Verbo, subraya varios aspectos de su gloria. Él es el Creador, aquel que revela al Padre, quien da la vida de Dios a los creyentes.

       En el Antiguo Testamento vemos cuán poderosa es la palabra de Dios: “El mandó, y existió” (Salmo 33:9). El Nuevo Testamento nos enseña que todo fue hecho por el Verbo, el Hijo de Dios (Juan 1:3; Colosenses 1:16).

       A través de la Biblia Dios nos da a conocer sus pensamientos. Asimismo, Jesús revela de parte del Padre sus planes de amor y de gloria. “Tu dicho me ha vivificado”, decía el autor del Salmo 119:50. Por medio de Jesús Dios da una vida nueva, la vida eterna, a todo el que cree en él (Juan 5:24).






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