domingo, 5 de junio de 2011
¿Extraviado?
Así ha dicho el Señor:
Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras.
Zacarías 1:4.
Muéstrame, oh Señor, tus caminos;
enséñame tus sendas.
Salmo 25:4.
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
sobre ti fijaré mis ojos.
Salmo 32:8.
No puede perderse; siga la carretera principal que sube hasta la aldea. Pero la carretera que tenía que seguir se alejaba de la dirección prevista. Después de algunos kilómetros tuve la convicción de haberme extraviado. Entonces vi una granja habitada y a alguien que probablemente podría indicarme el camino… –No está en el camino correcto, pero puede llegar a Villa Diego si al llegar a la próxima granja se desvía hacia la derecha…
Mi vida puede ser un tanto comparada al camino que he emprendido. Debo escoger la dirección correcta para llegar al buen destino. ¿De qué, o más bien, de quién fiarse para escoger bien? ¿Voy a seguir los consejos de filósofos, líderes espirituales o gurús de mi época?
En mi camino Jesucristo me encontró, porque me buscaba. Lo escuché y comprendí que sólo él podía conducirme con seguridad, pues él declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Con él ni usted ni yo podemos equivocarnos de camino. ¡Pidámosle sencillamente que nos guíe y confiemos en él! Él nos hará conocer el camino que lleva a la vida eterna. Leamos la Biblia: ella nos revelará sus planes de amor para nosotros.
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PAN DIARIO
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