jueves, 19 de mayo de 2011

Un Golpe Duro


Nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes,
extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos,
viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador,
y su amor para con los hombres, nos salvó.

Tito 3:3-5.

     Roberto tuvo una abominable juventud. Pero después de acudir a Jesucristo se convirtió en un fiel predicador del Evangelio. Una noche, cuando entró en la sala donde debía hablar, un desconocido le dio un papel que decía: «¡Usted es un hipócrita! Debería refrescar su memoria. ¿Ya no se acuerda de tal y tal cosa…? ¿Tiene el valor de levantarse esta noche y predicar el Evangelio en esta sala?».

       El golpe fue duro. Roberto subió al estrado, abrió su Biblia y leyó: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”. Hizo una pausa y luego empezó a hablar: «Ahora, cuando entré en esta sala, me entregaron una nota. El autor de esas líneas, que me conoce, me acusa de haber llevado una vida escandalosa en el pasado. Con respecto a eso tengo que hacer tres observaciones:

1. La persona en cuestión tiene toda la razón. El pasado no puede ser borrado y reconozco con vergüenza y tristeza las faltas de mi juventud.

2. Todo me ha sido perdonado, porque cuando confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonarnos, y esto gracias a la obra de la salvación que Jesús cumplió en la cruz.

3. Si Dios puede perdonar una culpa tan grande como la mía, si pudo perdonar al primero de los pecadores, entonces no hay nadie que no pueda recibir el perdón divino».

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