miércoles, 6 de abril de 2011

¡Para Usted, mi Prójimo!

Yo sé que usted aspira al bien, que tiene sed de paz y que es sincero en su deseo de ayudar a los demás, usted sufre ante la injusticia, aunque también es tentado a obrar mal. Tiene una vida llena de altibajos, de esperanzas y decepciones; a veces el pasado lo agobia y el porvenir lo asusta… No tiene ninguna seguridad y tampoco sabe si la verdad existe. Opina que cada uno es libre de creer lo que quiera. Pero esto no le hace feliz… Es cierto que yo no soy mejor. Usted es mi prójimo, el que está cerca de mí. Por eso quisiera compartir con usted una noticia maravillosa que puede transformar su vida, como transformó la mía.

Hace casi dos mil años, alguien dio su vida para salvarme. Jesucristo, el Hijo de Dios, murió y resucitó por mí. Un día lo veré y viviré eternamente con él en una perfecta felicidad. Hoy tengo la certeza de que Dios me ama y me ha perdonado. Me dirijo a él como a un Padre. Sé que él también quiere salvarle a usted, porque le ama. Quiere su felicidad presente y eterna.

Si aún no conoce al Dios de amor, debe saber que él quiere hablarle mediante la Biblia. No le propone una nueva religión, sino una nueva vida.



Venid a mí, el Salvador dice
A los que tienen sed;
Venid y de la célica fuente
De salvación bebed.


Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios,
y quién es el que te dice: Dame de beber;
tú le pedirías, y él te daría agua viva.
Juan 4:10.

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