• Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. – Juan 8:12.
• Cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes. – 1 Tesalonicenses 2:13.
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«En el mensaje de Cristo encuentro tal grandeza, tal sabiduría revolucionaria en cuanto al amor por los demás, en su invitación a entregar a Dios todo nuestro ser… En el Evangelio encuentro tal fuerza para romper el caparazón del egoísmo, de la rutina y del desánimo que nos cubre a lo largo del día…
Encuentro tal grandeza en la posibilidad que cada creyente tiene, incluso los que están inmovilizados en una cama del hospital, para intervenir a favor de los demás… Encuentro tal vitalidad en la actitud cristiana de esperanza ante las pruebas que marcan nuestra existencia, a las que nadie escapa, ni usted ni yo… Encuentro tal estímulo para la búsqueda, la ciencia, como para el progreso intelectual y espiritual que me permiten profundizar en la verdad…
Sí, en el mensaje del Evangelio encuentro tal potencial de gozo y de audacia, tal sentido de la vida, que para mí ese mensaje lleva el sello de la verdad. La vida, con todo lo que ostenta de compleja, de evolutiva, de inestable, de bueno, de malo, pero también con sus esperanzas y entusiasmo, está iluminada por la persona de Cristo». L. L. R.