jueves, 26 de mayo de 2011

Admirado… pero ya no vivía



El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna;
y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.

Juan 5:24.

El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Juan 11:25.


        Marc-Vivien Foé era un futbolista talentoso del equipo nacional del Camerún. Se había preparado con esmero para un encuentro con Colombia, y todo su país contaba con una brillante actuación por su parte en ese día de junio de 2003. Desde el noveno minuto su equipo abrió el marcador y ya todo el mundo vislumbraba la victoria.

       Pero en el minuto 28 del segundo tiempo, sin ninguna razón aparente, Marc-Vivien se derrumbó sobre el césped, bajo los ojos espantados de millones de espectadores. Permaneció tendido con los ojos en blanco. Los médicos acudieron y trataron de reanimarlo, pero todo fue en vano. Murió unos minutos después a los 28 años de edad.

       Sin cesar, la vida nos obliga a prepararnos para un examen, un oficio, un viaje, una visita, un casamiento u otra cosa. Pero a través de los años, la misma advertencia resuena: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” (Ámos 4:12). Quizás usted piensa que todo termina con la muerte. Entonces, cuando haya cerrado los ojos a la luz, comprenderá, demasiado tarde, su trágico error.

       Pero he aquí una buena noticia: el que cree en el sacrificio expiatorio de Jesús, confesando sus pecados y su culpabilidad ante Dios no será condenado, sino que gozará de la vida eterna junto a Jesucristo, Aquel que lo salvó.